Terapia preventiva, el último «milagro» tras 30 años de lucha contra el VIH

Dicen que 30 años no son nada, ajustando la letra de Gardel al tiempo de vida que tiene el Plan Nacional sobre el Sida en España (PNS). Pero lo cierto es que es toda una vida, todo un cambio generacional que hoy apenas conoce o recuerda la dureza de esta infección convertida en epidemia mundial, que en los años ochenta del pasado siglo se cobraba la vida de millones de personas y se propagaba al ritmo de seis nuevos casos por minuto. En nuestro país, algunos de los primeros médicos, que se enfrentaron al VIH y que hoy son una referencia, recuerdan cómo empezó todo. «En los primeros momentos el Plan Nacional no jugó un papel tan trascendente como lo haría con la llegada de las primeras campañas», cuenta Santiago Moreno Guillén, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y primer presidente de Geisida (Grupo Estudio del SIDA, de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica). Juan Carlos Bernardo de Quirós, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, recuerda que «los primeros casos los vi en la residencia y me he dedicado desde entonces en exclusiva al tratamiento de VIH. La evolución ha sido tremenda, ya que hay unos primeros años muy dramáticos, ‘‘de plomo’’, de desastre… de gente joven que se moría sin que pudiésemos hacer nada desde el punto de vista médico». A mediados de los 90 es el punto de inflexión, «con la llegada de los primeros tratamientos hasta hoy, cuando se ha convertido en una enfermedad crónica con la que puedes vivir largo y tendido, con una buena calidad de vida y con pacientes que puedan ver a sus nietos», recalca Bernardo de Quirós.

En aquel entonces, los expertos apuntan que España hizo bien las cosas, tanto desde el punto de vista clínico como administrativo. El médico del Gregorio Marañón apunta que «durante todo este tiempo, creo que en España las cosas, globalmente se han hecho, lo tengo que reconocer, no bien, sino bastante bien. Porque fue un país que desde muy pronto se puso las pilas con la puesta en marcha del Plan Nacional sobre el Sida. Se hizo que fueran accesibles todas las terapias según iban saliendo, los pacientes se beneficiaban rápido de cada una de las novedades. Esto es muy positivo. Hoy en día el acceso es universal, porque, aunque al principio se seleccionaban los candidatos según la carga viral, hoy por razones individuales y epidemiológicas se les ofrece a todos». Por otro lado, Moreno Guillén recuerda que «se realizaron grandes campañas de prevención con un alto impacto en la sociedad. Cabe recordar el ‘‘Sida no da’’ o el ‘‘Pontelo, pónselo’’, que seguro que muchos todavía recuerdan».

A juicio del primer presidente de Geisida, a lo largo de estas tres décadas el plan también tuvo su evolución, con momentos en los que hubo más aciertos y otros con menos tino. «En un primero instante, tras su constitución y estructura, el plan pudo jugar un papel de advertencia a la población, más bien un rol preventivo. Con la llegada de Francisco Parras y Luis Guerra, dos hombres que venían de la clínica, llegaron las armas asistenciales para controlar la epidemia, las ayudas a las ONG y las becas para investigación». Pero todo esto se fue diluyendo «con la llegada de la crisis», subraya Moreno Guillén. «Para entonces, gracias a la revolución de los fármacos y el control del VIH, con el descenso continuado de la mortalidad, se pierde el miedo y el respeto a la enfermedad y ya no es tan vendible… Por lo que llegan los recortes en los recursos».

Bonaventura Clotet, jefe de la Unidad de VIH en el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, director del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa y uno de los médicos que trató el primer caso de VIH en España, demanda «un cero más en las cifras en investigación. Porque tenemos muy buenos investigadores, pero mientras en el resto de los países se apostaba por la innovación y la educación, aquí se recortaba. Esto resulta patético. Lo que hemos perdido vamos a tardar mucho tiempo en recuperarlo».

Durante la primera década del siglo XXI llega una estabilización de las cifras y «esto nos lleva a la necesidad de que habría que revitalizar el plan para intentar rematar lo que se empezó», explica Moreno Guillén, quien asegura que se ha perdido mucho desde que «se desmanteló parcialmente y se incorporó a una dirección general. Es una estructura muy buena y hay gente muy válida dentro de ella». Como apunta Clotet, «hay que dar más formación en educación sexual, con el fin de conseguir una mejor información y prevención no sólo del VIH, sino también del resto de las ITS. No se trata sólo del uso del preservativo para evitar embarazos».

Aquí Clotet coincide con Moreno Guillén en que la llegada del genérico de Truvada –de la mano de Mylan y Teva– puede estimular la puesta en marcha de la PREP –terapia pre-exposición frente a la infección– en pacientes de riesgo. «Se trata de dar este fármaco a la población de riesgo durante unos años, y así evitar casos a largo plazo con tratamientos crónico». Para Bernardo de Quirós no resulta tan fácil esto, «porque estamos ante un fármaco de dispensación hospitalaria y hay que diseñar una estructura nueva». Pese a esto, el director de Irsi Caixa, cree que «dentro de una década, con medidas así, podríamos empezar a erradicar el VIH de las grandes ciudades».

Source: La Razón

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