«Las lentes multifocales permiten corregir todos los defectos de la vista»

– En la actualidad, ¿es la salud visual asignatura pendiente para la población?

-Pues sí, la verdad es que tendríamos que ser un poco más consciente de todo esto y visitar más al especialista.

-En los últimos años ha habido grandes avances en la Oftalmología. ¿Con qué hitos en el siglo XXI se queda?

-En el área de cataratas, que es donde más he desarrollado mi actividad, destacaría haber reducido aún más las incisiones a lo que hoy llamamos microincisiones, por debajo de dos milímetros, y a la aparición de las lentes tóricas y de las multifocales, que corrigen no sólo el defecto de vista de lejos, sino que pueden abordar el astigmatismo y la vista cansada. Estos avances en este siglo han permitido que ahora la cirugía refractiva, la que se emplea para quitarse las gafas, no sea sólo de la córnea a la que se pueden someter los jóvenes, sino también la sustitución del cristalino con esas lentes multifocales para corregir todos los defectos de la vista.

-Estos son soluciones que afectan al paciente, pero desde el punto de vista profesional, ¿de qué forma les ha impactado?

-Bueno, pues obviamente, los aparatos que empleamos –hablando siempre de cataratas y de cirugía refractiva intraocular– han ido también mejorando. Ahora tenemos ya el láser de pectosegundo que puede hacer algún pequeño paso de una operación de cataratas. Esto ahora no nos parece extremadamente útil, pero igual que los otros avances, estoy convencida de que en cuestión de apenas 50 años, sino antes, seguro que tenemos un láser que quita del todo las cataratas sin necesidad de los ultrasonidos, y con menos alteraciones para las otras estructuras del ojo. Los ultrasonidos, bien utilizados, son muy seguros, pero el láser puede dar incluso menos alteraciones.

-Todos estos avances, ¿ponen a prueba y requieren de una destreza del profesional que los maneja?

-Claro. Esto es obvio. Yo no creo que en los años venideros lleguemos a los niveles de robótica que tienen otras especialidades. Hay cosas que sí que se pueden hacer de forma bastante automática, pero en cualquier cirugía, no sólo en Oftalmología, hay que tener en cuenta el factor humano, ante una complicación si no hay allí una persona que pueda pensar, no sé cómo se va a resolver.

-Su carrera se combina perfectamente con su lado más solidario. Empezó en la Fundación Barraquer, el legado de su padre, pero decidió fundar la suya propia a modo de «spin off» para focalizarla en un solo aspecto. ¿Por qué?

-A mí me parecía que lo que daba más servicio eran las expediciones asistenciales a los países en vías de desarrollo. El patronato de la Fundación Barraquer quería dedicarse y centrarse más en la investigación, en la docencia, en los casos tratados aquí en el centro de Oftalmología Barraquer, también a través de la fundación, y a otras acciones locales, pero bueno, digamos que mi pasión son los viajes a África, sobre todo, también vamos a Suramérica, donde hay más necesidad, donde realmente te das cuenta de que tu ayuda es fundamental. Creo que allí no sólo les devuelves la vista, sino que devuelves la posibilidad de ganarse la vida, de vivir, de alimentar a sus familias…

-Como ha comentado en alguna ocasión les devuelve «la luz», que es todo para ellos…

-Es todo. Hay casos en África de jóvenes con 20 y 30 años ciegos por cataratas. En general, es la causa número uno de ceguera en el mundo, con casi 40 millones de ciegos, pero unos 20 millones son resolubles porque tienen cataratas y éstos son los que nosotros podemos ayudar.

-Entonces, ¿qué enorgullece más formar parte de la cuarta generación de oftalmólogos de Europa o ser la «gran diosa que devuelve la luz», como ha dicho en alguna ocasión que la llaman en la isla de IVO en Mozambique?

-A ver, para mí es un honor y un orgullo ser la cuarta generación Barraquer de oftalmólogos, por lo que construyeron, porque si no llega a ser por mi padre, por mi abuelo, por mi bisabuelo, no estaría haciendo esto. La idea de la solidaridad la empezó mi abuelo, cuando trabajaba en el hospital Sant Pau, y abrió el dispensario. Pero si me dijesen que tengo que escoger entre trabajar en la clínica Barraquer en Barcelona o pasarme el resto de la vida viajando y operando… ¡Lo tengo clarísimo!

-¿Qué lecciones ha de llevar uno mismo aprendidas y con cuáles se queda?

-La experiencia desde luego existe, pero yo creo que alguien que vaya a estos países a operar tiene que ser un cirujano experimentado, porque las cataratas son mucho más complicadas que las que se operan aquí, básicamente porque son mucho más viejas y a mí no me parece correcto ir a hacer prácticas con esta pobre gente, sinceramente. Por otro lado, los oftalmólogos jóvenes que me acompañan para hacer la consulta aprenden un montón, porque ven cosas que nunca en cuatro años de especialidad han tenido la oportunidad de ver. Hay casos rarísimos y no se ven esos extremos en nuestro medio.

-Casi 14 años de expediciones, ¿cuántas veces viajan al año?

-¡Uf! Pues al principio íbamos una vez al año, yo hice la primera expedición en 2004, a finales y la segunda a principios de 2006, porque nuestro destino era Senegal y por cuestiones de temperatura y clima era mejor esa época. Pero esto ha cambiado mucho, porque este año yo voy a participar en nueve y la fundación va hacer la décima.

-¿Los participantes son sólo españoles?

-No, en una de las expediciones de este año me acompañarán dos oftalmólogos argentinos, los doctores Rivero y Valvequia. La idea de la Fundación Elena Barraquer es que su misión perdure a mi persona y nos convirtamos en una plataforma.

Source: La Razón

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