El éxito mundial de la almendra cambia el paisaje en España

El éxito mundial de la almendra, uno de los alimentos saludables más de moda, está transformando el paisaje rural español, donde los vastos campos de cereales son reemplazados por grandes plantaciones de almendros, mucho más rentables.

El éxito mundial de la almendra cambia el paisaje en España

En el valle de Guadalquivir, en la sureña región de Andalucía, «ha cambiado tanto el paisaje que los jabalíes bajan del monte para comer almendras», explica el ingeniero agrónomo Curro López, asesor para el cultivo de almendros en la empresa Agrosan.

El estruendo de los sacudidores mecánicos indica que la recolección ya ha empezado a finales de agosto, en Santa Cruz, cerca de Córdoba.

Las máquinas vibradoras atrapan con sus pinzas el tronco de los árboles y en menos de tres segundos hacen caer todos sus frutos.

Después, con movimientos de pescadores, los campesinos recogen las largas redes tendidas en el suelo, colmadas de almendras.

Durante la campaña 2018-2019, España espera recolectar más de 61.160 toneladas, una «cifra récord» que supondría un aumento del 15% respecto a la temporada anterior, según las estimaciones de la organización nacional del sector de los frutos secos.

El país es el tercer productor mundial, por detrás de Australia pero muy, muy lejos de los Estados Unidos.

Sólo California produce el 80% de las almendras en el mundo, según el potente sindicato de productores de este Estado norteamericano que ensalza internacionalmente sus bondades como fuente de proteínas vegetales y ácidos grasos saludables.

España, país del turrón y muchos otros productos con almendras, sigue importando grandes cantidades de California.

Complemento del olivo

«Tenemos que recordar que los misioneros españoles fueron los que llevaron la almendra a Estados Unidos» en el siglo XVIII, dice José Millán mientras supervisa la recolección en los terrenos de su familia en Santa Cruz, una propiedad de 650 hectáreas con 62 dedicadas al almendro.

Este agricultor de 61 años fue de los primeros en introducir en Andalucía este cultivo intensivo, hace ya diez años. Después, muchos colegas lo imitaron.

Ahora el almendro, tradicionalmente cultivado en secano en otras partes de España, surge en el paisaje andaluz como cultivo de regadío.

Abandonando el girasol o el trigo, los agricultores hacen de este fruto seco un complemento del olivo, en cuya recolecta se utilizan las mismas máquinas sacudidoras.

«Se ha duplicado la demanda de almendra en los últimos 10-12 años en el mundo (…), ha pasado de 600.000 toneladas a 1,2 millones de toneladas y el consumo se ha ido incrementando al mismo ritmo», explica Cristóbal Pérez, director de una fábrica de transformación de la almendra que acaba de abrir la empresa Dafisa cerca de Córdoba.

Esto motiva a los agricultores porque «hace 10 o 12 años, el precio de la almendra podía estar en 3 euros el kilo pagado al agricultor, pasó a 9 euros el kilo hace 4 o 5 años y a día de hoy estamos entorno a 5 euros», afirma entre el ruido de las máquinas que descascarillan las almendras.

Dosificar el agua

En unos terrenos elevados por encima del río Guadalquivir, donde antes había unos campos de alfalfa, Curro López creó el año anterior su propio vergel: más de 16.000 árboles que darán frutos al tercer año.

Como otros, lamenta que los estadounidenses, a golpe de márketing, han conseguido vender por doquier la almendra californiana «más insípida».

Las nuevas plantaciones permitirán a España proponer a los industriales «grandes lotes homogéneos de una sola variedad», garantizando «la ausencia de almendra amarga» que restaba reputación a la producción ibérica, explica.

En tiempos de calentamiento global, los «almendricultores» saben que deberán evitar el desarrollo de un cultivo que requiera mucha agua.

Gracias a una avanzada sonda de temperatura y humedad, Curro López asegura dosificar cuidadosamente la irrigación de su huerto.

Pero en una España amenazada por una sequía crónica, el déficit de agua supone un freno a la expansión.

El organismo de gestión del agua «no te da más que un volumen anual por hectárea», señala José Millán. «Si fuera mayor, mayor producción tendríamos. Pero esto es lo que tenemos». AFP / RA

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Source: Informe21

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