Una terapia experimental da esperanzas contra la leucemia linfática crónica

Científicos del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson (Estados Unidos) han diseñado una nueva inmunoterapia experimental que logra remisiones duraderas de la leucemia linfática crónica (LLC) en pacientes en los que previamente ya habían fallado otros tratamientos, informa Europa Press.

En concreto, según los resultados publicados en la revista ‘Journal of Clinical Oncology’, este nuevo tratamiento con células T con receptor de antígeno quimérico (CAR, en sus siglas en inglés) ha conseguido que en alrededor del 70 por ciento de los pacientes el tumor redujera su tamaño o directamente desapareciera.

Asimismo, los investigadores también encontraron que la medición de los rastros genéticos de las células tumorales, tomadas de biopsias de médula ósea, podría ser un mejor indicador de pronóstico que la exploración de ganglios linfáticos estándar.

La investigación incluyó a 24 pacientes en los que la enfermedad había progresado pese a haber sido tratados previamente la mayoría con el fármaco ibrutinib, que fue aprobado en 2014 por la Agencia Americana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) bajo el nombre comercial de ‘Imbruvica’ (Janssen).

Esta evolución de la enfermedad, según estudios previos, exponía a este subgrupo de pacientes que no respondían al tratamiento estándar a una corta tasa de supervivencia global.

«No se sabía si las células T con CAR podrían usarse para tratar a estos pacientes de alto riesgo», ha reconocido el investigador Cameron Turtle, principal autor del estudio, que celebra el prometedor potencial de esta nueva terapia.

La inmunoterapia en investigación utiliza células T de un paciente que se extraen de su sangre y se modifican en un laboratorio para reconocer la proteína CD19, un blanco en la superficie de las células con leucemia, y se transfieren de nuevo al paciente donde se multiplican para alcanzar y matar las células tumorales.

Los 24 pacientes que participaron en el estudio tenían entre 40 y 73 años, con una edad media de 61 años, que ya habían recibido una media de cinco tratamientos previos.

En el 71 por ciento de los casos (17 de 24 pacientes) observaron una desaparición o reducción del tamaño del tumor tras el tratamiento, utilizando como medida estándar el tamaño de los ganglios linfáticos obtenido mediante una tomografía computarizada cuatro semanas después del tratamiento.

En cuanto a los efectos secundarios, 20 de los 24 pacientes (83%) experimentaron síndrome de liberación de citoquinas (grado 1-2, 18 pacientes, grado 4, un paciente, grado 5, un paciente) y 8 pacientes (33%) desarrollaron neurotoxicidad de algún grado. No obstante, en la mayoría de casos estos efectos fueron reversibles y sólo en dos pacientes fueron lo suficientemente graves como para pasar a una unidad de cuidados intensivos (UCI) y uno de ellos acabó falleciendo.

Para analizar de forma detallada si las células tumorales permanecían después del tratamiento, el equipo de investigación analizó muestras de médula ósea de algunos de los pacientes y utilizó una prueba genética llamada secuenciación profunda de IGH, que es similar a un código de barras y permite a los investigadores rastrear células tumorales en el cuerpo.

El análisis de secuenciación se realizó en 12 pacientes y en siete de ellos no había copias malignas. De hecho, estos pacientes estaban vivos y libres de enfermedad según observaron en un seguimiento mediano de 6,6 meses después de la infusión de células T CAR. EP

Source: La Razón

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