Alzhéimer: Las nuevas terapias frenarán la demencia antes de la aparición de los primeros síntomas

Aunque parezca una enfermedad que haya caído en el olvido o que sólo se hable de ella cuando las prometedoras terapias fallan, lo cierto es que en la última década se han dado pasos de gigante en la comprensión del alzhéimer. Porque «el cerebro es un órgano muy complejo, de difícil acceso, con millones de células interconectadas… la neurodegeneración es silente y los síntomas aparecen sólo cuando ya las lesiones son irreversibles», explica José Luis Molinuevo, director del Programa de Prevención del Alzhéimer del Centro de Investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelona Beta Brain Research Center.

Las piezas del puzle de esta patología neurodegenerativa empiezan a encajar y esto significa poner orden y comprender mejor el proceso, tan largo pero silente. «Ya sabemos que todo empieza hasta 20 o 15 años antes de que aparezcan los primeros síntomas. Esto nos lleva a diseñar estrategias de prevención secundaria, así las denominamos, para evitar el desarrollo de los síntomas una vez las lesiones ya son identificables, esto es la acumulación de placa amiloide, y ovillos neurofibrilares de proteína tau», apunta Molinuevo. Así, la primera «arma» preventiva –o prevención primaria– está en la mano de cada uno de los individuos: una vida sana y saludable, gracias a una estrecha vigilancia de los riesgos cardiovasculares –dislipemia, hipertensión, colesterol, diabetes…–, obesidad, tabaco, ejercicio físico, dieta mediterránea.

Más allá de lo obvio que resultan estos consejos que tanto cuesta aplicar, los investigadores han puesto sobre la mesa también necesidades urgentes que ayuden a encontrar mejores soluciones. Jeffrey Cummings, de la Clínica Lou Rovu del Centro para la Salud Mental de Cleveland (EE UU) y una de las grandes referencias en esta patología, publicaba este junio en «Alzheimer & Dementia» un artículo que subrayaba la importancia de una implicación de todos los agentes en el avance de la enfermedad, dado que, sin ello, los investigadores, las grandes farmacéuticas y los gobiernos buscan soluciones pero sin establecer la infraestructura necesaria. Jesús Ávila, responsable científico de la Fundación CIEN (Centro de Investigaciones de Enfermedades Neurodegenerativas) y Ciberned, manifiesta que «esto es una realidad necesaria en España».

En este sentido, Ávila y Molinuevo coinciden en que es necesario un plan nacional para poder evitar cifras de gasto directos como las que se manejan en España: 8.000 euros por paciente al año, lo que se eleva a unos 5.000 millones, como apunta un trabajo de la Unión Europea. «Se trata de llegar, como en el cáncer, antes de que conviva con el paciente tres o cuatros años, o eliminar la hepatitis antes de que llegue la cirrosis», coinciden ambos.

Esperanza

Esto es posible. Los científicos no cesan en la búsqueda de nuevas fórmulas terapéuticas encaminadas a esa fase silente de la enfermedad, sólo detectable mediante biomarcadores. Cummings, de nuevo en «Alzheimer & Dementia», hacía un repaso del «pipeline» terapéutico en 2018 (hasta la fecha) y señala que hay unos 112 agentes en pruebas, 26 en 35 ensayos de fase III, 63 moléculas en 75 procesos en fase II y 23 fármacos en 25 investigaciones en fase I. Frente a 2017, hay 27 nuevas terapias más. En la actualidad, destaca el uso de biomarcadores, «aunque se quiere afinar mucho la determinación de los mismos en una muestra de sangre, mucho menos invasiva que la actual que se toma del líquido encefalorraquídeo», comenta Ávila. También, se pone de manifiesto que ya hay muchas «moléculas que se estudian para esa fase secundaria en la que podemos conseguir la prevención de los daños», comenta Molinuevo.

Conocer más y mejor

En este desafío de la enfermedad que supone conocer hasta el último detalle de cómo progresa y se desarrolla se han puesto en marcha estudios observacionales en población con riesgo, como es el estudio ALFA de Barcelona Beta, o no se desarrolla la neurodegeneración «para ir comprobando qué cambios se dan a lo largo del tiempo», cuenta Molinuevo. Una forma de encontrar pistas clave para diseñar terapias acordes al avance del alzhéimer, y «dejar de cometer errores al querer tratar a los pacientes con las lesiones ya instauradas e irreversibles con fármacos destinados a evitar esto», subraya el responsable de la Fundación CIEN.

Uno de los trabajos que destaca en este área es el que pivota el Barcelona Beta Brain Research Center: el proyecto European Prevention of Alzheimer´s dementia, EPAD (Estudio Europeo de Prevención de la Demencia de la enfermedad de Alzheimer). Este va a involucrar a 6.000 pacientes de toda Europa: «Es un plan ambicioso que cuenta con un presupuesto de 64 millones de euros. En EE UU, Jeff Cummings también prepara un estudio similar», comenta Molinuevo.

Otro trabajo de investigación observacional se ha realizado en el marco de Mopead, que responde a las siglas inglesas de «Modelos de compromiso del paciente para la enfermedad de Alzheimer», pilotado desde la Fundación ACE. Este proyecto europeo, en el que participa nuestro país junto a Alemania, Países Bajos y Eslovenia, ayudará a definir nuevas intervenciones terapéuticas con las que tratar la enfermedad y a seleccionar las personas idóneas para participar en ensayos clínicos que permitan desarrollar nuevos medicamentos capaces de frenar o ralentizarla.

Como manifiesta Mercé Boada, directora médica de la institución que lidera el proyecto, la Fundación ACE, e investigadora principal de Mopead, «identificar los síntomas del trastorno, cuanto antes y lo mejor posible, resulta clave para entender el proceso neurodegenerativo y encontrar tratamientos más efectivos en estas primeras etapas de la demencia».

Source: La Razón

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