Braquiterapia contra tumores ginecológicos, de próstata y cutáneos

En el abanico de terapias contra el cáncer se intenta buscar aquéllas que combinen efectividad con calidad de vida para los pacientes. No se trata de matar las células tumorales a costa del resto del organismo, sino de hacerlo de la forma más selectiva posible para reducir al mínimo las huellas de su paso por el organismo. En este sentido, la braquiterapia resulta una opción terapéutica que combina la disminución de los efectos secundarios producidos por la radiación con la muerte de los “invasores”, lo que provoca que los antígenos de ésta se vean más expuestos, lo que mejora la eficacia de posteriores tratamientos con inmunoterapia.

Este abordaje se emplea en “las pacientes con cánceres ginecológicos de cuello de útero (cérvix), endometrio o mama, asimismo, así como en varones con neoplasia de próstata, y también neoplasias cutáneas en ambos géneros. Menos frecuentes se pueden emplear en patología no oncológica como cicatrices queloides (crecimiento exagerado del tejido cicatricial) tras cirugía, más frecuentemente en cesáreas, plastias, piercings”, como explica el doctor Joan Casals, director del Servicio de Oncología del Hospital Quirónsalud Barcelona, que recientemente ha incluido este abordaje en su botiquín.

Para este proyecto, el Hospital Quirónsalud ha decidido contar con un quirófano para braquiterapia con equipos de la mejor tecnología, con la que es posible aplicar el tratamiento de braquiterapia sin necesidad de mover al paciente, minimizando el desplazamiento del implante durante el procedimiento. De esta forma se consiguen los mejores resultados y, en casos seleccionados, en una única sesión es posible la planificación, implantación y administración del tratamiento.

Desde el punto de vista del paciente, se trata de un proceso cómodo y seguro. El procedimiento es ambulatorio, de modo que no requiere ingreso hospitalario. La braquiterapia se puede emplear como única modalidad de tratamiento en una o varias fracciones, dependiendo del caso, o bien asociada a tratamiento con radioterapia externa, según las características a tratar. “Dependiendo del tipo de procedimiento se requerirá una preparación u otra. En el caso de la necesidad de anestesia o sedación, como en las neoplasias de cérvix o de próstata, se precisa valoración por el Servicio de Anestesia previa que establecerá la aptitud del paciente. En el caso de las tumores de cérvix o endometrio intervenidas, o las cutáneas y patología benigna, no se requiere ninguna preparación”, detalla Casals.

Para esto, la tecnología escogida, denominada Elekta, cuenta con un equipo de imagen a través de ultrasonidos que ayuda a los médicos a poder planificar mucho mejor el tratamiento a través de una interfaz gráfica muy intuitiva y de fácil manejo, ofreciendo una vista instantánea que asegura una visión óptima del área objetivo en todo momento. Esta imagen está disponible continuamente y sirve de guía importante a la hora de decidir los puntos de inserción de las agujas y el contorno de la aplicación del tratamiento. “Hoy en día la braquiterapia es la mejor técnica en Oncología Radioterápica para conseguir dar la mayor dosis de radiación posible en el mínimo volumen. Esto permite tanto acortar los tiempos de tratamiento como preservar mejor los órganos de riesgo”, comentan la doctora Marina Arangüena y el doctor Joan Pera, miembros de la nueva unidad.

Entre las secuelas aparecen, como enumera Casals, “la inflamación aguda, como efecto secundario de los órganos cercanos a la zona a tratar, como toxicidad crónica puede aparecer endurecimiento-fibrosis de los tejidos de alrededor del tumor”. Los tratamientos con esta técnica resultar dolorosos y varían de una a cuatro sesiones, “una, en el caso de las neoplasias de próstata de bajo riesgo, y cuatro sesiones, en una paciente con neoplasia de cérvix no intervenida quirúrgicamente”, concluye Casals.

Source: La Razón

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