¿Cómo vivir sin mirar atrás?

Sí, se puede. Y se debe. Los casos de Sandra Ibarra, Beatriz Martín y Sara Navarro son tan sólo tres de esas miles de batallas que plantan cara al cáncer. Ellas han sabido zarandearlo con fuerza y superarlo a golpe de actitud. Cada una con su particular lanza, pero todas con la misma intención: poner a la bicha en su sitio. Sus respectivos tumores de mama no han apagado esa luz que les sigue a todas partes, sino que la han embellecido tanto que hoy se han propuesto contagiarla. “Me siento muy afortunada por haber podido pasar palabra y estar hoy aquí contando mi historia”, relató Martín, judoka. “Es una oportunidad para cambiar cosas de tu vida”, mantuvo Navarro, diseñadora. “Estamos ante una enfermedad de la que ya podemos ser optimistas”, añadió Ibarra, modelo. Lo hicieron en el tercer coloquio celebrado en LA RAZÓN con motivo del Día Mundial contra este tipo de cáncer. Hablaron desde lo más profundo, desde el dolor convertido en brújula. Y siempre para sanar sus dudas, que en definitiva son las mismas que las de cualquiera.

Beatriz tardó casi un día completo en encontrar las palabras precisas para contarle a su madre lo que estaba sufriendo, pues ella misma había superado un cáncer dos años antes. “Siempre me apoyé en el deporte. Me planteé la situación como un combate y estudié a mi rival: es cierto que no podía quitarme el tumor de encima, pero sí que podía colaborar para que todo fuese un poquito mejor”, recordó la judoka. Algo que también compartieron las otras dos invitadas a la cita. Para Sara, ese tesón debe una constante en cualquier combate. “Tienes que ser consciente de lo que te ha llevado a eso y estar muy atenta a los cambios de tu cuerpo”. De ahí que recuperar la tan ansiada normalidad sea algo que ninguna de ellas encuentre demasiado normal. “Desde entonces, mi vida tenía que ser extraordinaria. Hay que vivir más. Hay que ser más felices”, subrayó la modelo.

Durante el proceso por el que pasa una persona con cáncer las emociones juegan un papel casi tan importante como la propia medicina. Desde la negación hasta la comprensión. Pero, ¿cómo puede una persona adaptarse al cáncer?, ¿cómo impacta la enfermedad en el ámbito familiar? y ¿cuáles son los principales cambios en la vida tras la enfermedad? son algunas de las cuestiones que planteó Carmen Montón, ex ministra de Sanidad y moderadora del coloquio. “Enfadarse forma parte tanto del tratamiento como de la recuperación. Es normal sentir rabia”, mostró a sus compañeras. “Es cierto. Pensaba que la vida había sido muy injusta conmigo porque tenía que seguir criando a mi hijo. En casa nunca lo ocultamos. De hecho, hice bastante hincapié en naturalizarlo”, respondió Beatriz. “Cómo lo viven esos seres queridos también resulta muy importante, pero nunca hay que perder de vista que tú eres la persona que más puede hacer por ti misma”. La negación, la incertidumbre, el miedo, el bloqueo, la ira, la tristeza, la desesperanza… son un cúmulo de sentimientos que el paciente experimenta y que van cambiando en las distintas etapas del proceso. Según un estudio de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), la autoestima se ve fortalecida y un 78% de las mujeres entrevistadas se sienten más vivas y más fuertes tras la enfermedad. Además, el 85% considera que haber mantenido una actitud positiva les ayudó en todo momento. En cualquier caso, hay algo que sobresale por encima de todo: la persona se ha hecho más fuerte, pero también se ha reafirmado en sus creencias. “Todos poseemos un poder extraordinario que no sabemos que tenemos hasta que lo usamos de verdad”, concluyó Ibarra. Algo que quedó más que demostrado.

Source: La Razón

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