¿Qué es la oxitocina y por qué se la conoce como la “hormona del amor”?

La oxitocina se conoce ampliamente como la hormona del amor y desempeña un papel importante en la regulación del comportamiento social y materno.

Científicamente se define como un neuropéptido formado por una cadena de nueve aminoácidos. La palabra oxitocina vio la luz en 1906, acuñada por el fisiólogo británico Henry Dale. Procede del griego y significa “parto rápido” y es la responsable de regular el ritmo del parto/nacimiento y de facilitar la lactancia. En términos científicos la oxitocina (natural) es una hormona producida por los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo que es liberada a la circulación a través de la neurohipófisis y que tiene como función ser un neuromodulador en el sistema nervioso central modulando comportamientos sociales, patrones sexuales y la conducta parental. (Fuente, El Parto es nuestro).

En los últimos años, el sistema de oxitocina en el cerebro ha recibido una atención tremenda como clave para los nuevos tratamientos para muchos trastornos de salud mental, como la ansiedad, los trastornos del espectro autista y la depresión posparto. Una nueva investigación dirigida por un biólogo y sus estudiantes en la Universidad Estatal de Louisiana (LSU) ha descubierto un grupo de células que se activan con la oxitocina en un área de los cerebros de ratones hembras que no están presentes en la misma área en los cerebros de ratones machos.

Crean la pastilla del amor para poder olvidar a tu pareja o volverte a enamorar

«Muchos investigadores han intentado investigar la diferencia entre el sistema de oxitocina en mujeres y hombres, pero hasta ahora nadie ha encontrado pruebas concluyentes. Nuestro descubrimiento fue una gran sorpresa», resalta Ryoichi Teruyama, profesor asociado del Departamento de Ciencias Biológicas de LSU, que lideró este estudio publicado en la revista ‘PLOS ONE‘.

Las células receptoras de oxitocina están presentes en el área del cerebro que se cree que está involucrada en la regulación del comportamiento materno. Además, la expresión de los receptores de oxitocina en estas células solo está presente cuando el estrógeno también está presente. Esto implica que estas células están involucradas en la inducción del comportamiento materno. Además, confirma lo que muchos estudios humanos recientes han demostrado: existe una conexión entre una expresión alterada de los receptores de oxitocina y la depresión posparto.

La depresión posparto contribuye a la mala salud materna y tiene efectos negativos en el desarrollo del bebé. Varios estudios han encontrado que los niños de madres deprimidas corren el riesgo de una amplia gama de problemas cognitivos, emocionales, de comportamiento y médicos. Por lo tanto, la depresión posparto es un problema importante de salud pública que tiene efectos adversos significativos tanto en la madre como en el niño. Alrededor del 10 al 20 por ciento de las mujeres experimentan depresión posparto después del parto.

Este nuevo descubrimiento que se produjo en LSU abre las puertas a nuevos tratamientos y medicamentos potenciales para la depresión posparto que afectan a las células receptoras de oxitocina. “Creo que nuestro descubrimiento podría ser universal para todos los mamíferos que exhiben un comportamiento materno, incluidos los humanos”, aventura Teruyama.

¿Quién es una de las personas en el mundo de la ciencia que mejor conoce la oxitocina? Sin duda Kerstin Uvnäs-Moberg, una científica (médico fisióloga) sueca que lleva toda una vida dedicada a investigar sobre esta hormona. La oxitocina está presente en nuestras vidas, se segrega continuamente, pero muy especialmente en todas las etapas de la reproducción: la afectividad, la sexualidad, el embarazo, el parto, la lactancia. Eso es así porque la naturaleza es sabia y premia (si le dejamos) con placer y bienestar aquello que es fundamental para la supervivencia de la especie en las mejores condiciones posibles. Es la hormona del amor y la filiación, el sustrato hormonal de la formación del apego seguro entre madre y bebé.

Source: La Razón

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *