Tres enfermeras por médico para atender las catástrofes

Tener buenas intenciones no basta para atender una situación de catástrofe; hace falta, además, estar muy bien preparados». Lo dice, Ian Norton, coordinador de equipos médicos extranjeros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

«Las primeras 72 horas después de que suceda un desastre son vitales para el tratamiento del trauma. En el pasado, los equipos médicos desplegados en los países afectados por algún tipo de desastre llegaban y empezaban sus operaciones demasiado tarde para evitar el mayor número de muertes», explicó Norton durante el Congreso Internacional de Enfermería (CIE), celebrado en Barcelona.

El punto de inflexión lo marcó el terremoto de Haití en 2010: aunque se desplazaron hasta 300 equipos de emergencia a la isla (una cifra desorbitada), la falta de preparación no sólo no sirvió de ayuda sino que, lejos de mejorar la precaria situación de la población, «muchos, además, se convirtieron en una carga por su falta de adecuación a la situación. Se calcula que hasta el 50% de las amputaciones que se realizaron fueron innecesarias», dijo Norton durante su intervención.

Ante esta circunstancia la OMS se vio en la necesidad de mejorar el sistema de la atención inmediata en estos casos, lo que llevó a crear los Emergency Medical Teams (EMT) basados en una nueva clasificación de las competencias y cualificaciones de estos equipos en tres niveles. Y, una vez clasificados en cada uno de ellos, mandarles donde son necesarios. «En una emergencia, es fundamental que el equipo con las habilidades adecuadas se encuentre en el lugar correcto a la hora propicia. La clasificación de EMT de la OMS requiere que todos los equipos describan claramente sus servicios y habilidades para lograr eso», explicó Norton. Pero, no sólo se busca una buena capacitación, también que estos equipos sean autosuficientes, es decir, capaces, por ejemplo, de recoger los residuos que generen, o contar con equipamientos apropiados sin depender de nadie.

Otro aspecto fundamental señalado por el experto fue la necesidad de adecuar el ratio de enfermeras en estas situaciones. Así reclamó la presencia de al menos tres enfermeras por cada médico en las emergencias humanitarias, «y no diez médicos por cada enfermera, como sucede actualmente –lamentó– pues son en realidad, quienes dan soporte a los afectados». Además destacó el marco legislativo español que permite a las enfermeras volver a su puesto tras haber participado en una misión humanitaria en otros países, «de forma automática», algo que debería ser copiado por el resto, concluyó.

«España cuenta con 8.000 enfermeros especializados en emergencias extrahospitalarias, listos para actuar en cuanto se les necesite», aseguró Pilar Fernández, vicepresidenta del Consejo General de Enfermería, lo que nos convierte en uno de los países mejor preparados «en respuesta y capacidad de recuperación frente a las catástrofes».

«Las enfermeras españolas están muy preparadas para las emergencias reales», dijo Fernández. Un alto nivel que, desgraciadamente, debemos primero a los ataques de terroristas sufridos por ETA desde la década de los 60 y por el 11-M que marcó un antes y un después en la asistencia de emergencias en nuestro país. Pero, además de experiencia, lo más importante para la vicepresidenta de los enfermeros es la formación «para estar preparadas para afrontar el sufrimiento, la muerte o el dolor, y quedarse en situaciones en las que todos quieren salir corriendo».

Buena prueba de ese sacrificio lo encarnan las enfermeras que fallecieron por la crisis del ébola de 2014 y a las que Julia Duncan, ministra de Género, Infancia y Protección Social de Liberia, quiso recordar durante el CIE. La ministra africana destacó que «el 53% de los trabajadores sanitarios de Liberia resultaron afectados por el ébola y, de los 120 que murieron, 98 eran enfermeras».

Source: La Razón

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