Rodrigo De Sousa vive en un bosque encantado

Rodrigo De Sousa Hernández es ingeniero agrónomo con maestría en Economía Ambiental. Hoy vive, como investigador, entre un jardín y un bosque en Costa Rica

Rodrigo De Sousa Hernández es egresado de la Universidad Central de Venezuela con maestría en Economía Ambiental en la Universidad de California. En el 2017 cerró su empresa de diseño y conservación de jardines debido a la difícil situación económica de Venezuela y se fue buscando nuevos horizontes.

Rodrigo vive en una cabaña “súper cómoda” a 1.200 metros sobre el nivel del mar. Trabaja en sus dos pasiones: paisajismo y reserva forestal. Investiga y atiende a los estudiantes e investigadores que llegan de todas partes del mundo.

En la Universidad de California aprendió que los bienes ambientales no tienen un valor de mercado pero no por ello pueden ser destruidos y dañados impunemente, por lo tanto hay que buscar una metodología para estimar un valor de mercado a esos bienes para resarcir los daños causados por personas naturales o jurídicas.

Redrigo recuerda un hecho emblemático: El daño causado por el tanquero Exxon Valdezque derramó 37 mil toneladas de petróleo en Alaska en 1989. En ese caso utilizaron una metodología específica para determinar cuánto debía pagar la Exxon por el daño ocasionado. Se consideró el perjuicio a los pescadores que tiene un mercado y también el daño a la vida salvaje. “Eso tiene un valor y hay métodos para estimar ese valor. Esa es una parte de la economía ambiental. La otra vertiente es cómo proteger el ambiente a través de incentivos económicos, más que a través de leyes.

¿Venezuela estimula ese tipo de estudios?

No, no, no. Para nada. Yo creo que la desinstitucionalización en Venezuela ha tocado todas las esferas incluyendo el ambiente. Venezuela, que fue el primer país de Latinoamérica con un ministerio del Ambiente, lo eliminaron hace varios años y hoy es un viceministerio, que está por debajo de otros ministerios; eso fue con la intención de que las regulaciones ambientales fueran muy laxas y que el ministerio del Ambiente no tuviera poder dentro del esquema del gobierno.

“Creo que en los últimos meses han salido a la luz pública muchos casos relacionados con delitos ambientales tolerados por el gobierno central, especialmente el caso del Arco Minero. La falta de agua en Caracas tiene que ver mucho con la deforestación. Yo hice una presentación en la Universidad y fue muy interesante porque había que montar un video de algún proyecto que tuviera la finalidad frenar el cambio climático. Trabajé con una compañera de clase y el proyecto tenía como título Hidrocapital Verde. Nuestra proposición era cobrar un extra por el servicio de agua potable. Ese extra sería destinado a reforestación, agricultura orgánica y agricultura con bosque en la Cuenca de Camatagua. Esa cuenca está totalmente destruida y eso es una de las causas de las continuas fallas en el suministro de agua en Caracas, aparte del problema de mantenimiento.

Rodrigo comenzó en el 2015 con la idea de migrar y estuvo en Chile, Colombia y Costa Rica para ver en qué país se sentía mejor. En los tres países tiene amigos que lo recibieron. “Me gustó Colombia y Costa Rica. Costa Rica me recordó a la Venezuela que conocimos en los años setenta, ochenta. Su naturaleza y su clima son muy parecidos. Entonces decidí migrar haciendo una maestría. Es una migración mucho más suave a la hora de sacar papeles, visa… Todo es más fácil. Luego uno llega a un sitio y no estás solo. Llegas directo a hacer algo y haces amistades y contactos en el área que estás estudiando.
En mi caso, tengo un amigo en Costa Rica que es profesor en un instituto que tiene que ver con agricultura y medio ambiente. En Venezuela él era profesor de la Universidad Simón Bolívar y Universidad Metropolitana, me recomendó con varias universidades y me crucé con ésta que se llama Universidad para la Paz que depende de las Naciones Unidas y queda en las afueras de San José de Costa Rica. Al ver el pensum y los videos en youtube consideré que esa era la experiencia que necesitaba.

En Venezuela estamos desconectados de lo que ocurre en el mundo, de las posibilidades que brinda la tecnología de poder trabajar interconectados con gentes que están en otros continentes y esta universidad es solo para maestrías y doctorados. las maestrías en mi área son 120 de 60 países diferentes de manera que es un sitio súper diverso. La maestría es en inglés y me encantó porque fue como reforzar muchos conocimientos que yo tenía pero aquí se trabaja mucho el tema social en el buen sentido de la palabra. No es el socialismo que pregona el gobierno de Venezuela sino el que cuando uno va a un lugar a hacer un proyecto el tema de las comunidades es muy importante. Ese fue el aprendizaje más grande durante el año en materias. Esta maestría es un año con materias y luego una pasantía profesional de tres a seis meses o tesis. Yo escogí la modalidad de pasantía profesional que finalizó en diciembre de 2018 y ahora estoy como voluntario con expectativa de ser contratado. Rodrigo De Sousa vive en un bosque encantado.

«Desde que era pasante tengo alojamiento y alimentación. Estoy en la Estación Biológica Las Cruces, que está al sur oeste de Costa Rica, casi en la frontera con Panamá. Es un lugar que pertenece a una organización de Estudios Tropicales, una ONG, integrada por personas del mundo académico de Estados Unidos. Esta ONG tiene tres estaciones biológicas en Costa Rica y una en Sur África. De las tres estaciones en Costa Rica, esta es la única que tiene un Jardín Botánico que se llama Jardín Botánico Wilson.

Estoy en la montaña, como a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar. Es un lugar bastante fresco. Esto superó mis expectativas. La cabaña es súper cómoda, la comida es excelente. Es una estación muy bien dotada. Aquí viene mucho turismo. Tiene capacidad para 100 personas. Vienen turistas, investigadores y estudiantes. Hay facilidades para estudiantes e investigadores. Hay laboratorios, salas de conferencia. Esto está financiado por el turismo y por universidades americanas que pagan la estadía de sus estudiantes e investigadores».

Aprovechando voluntades y sinergia

«Este año he trabajado con colegios y comunidades en proyectos de reforestación. Estoy trabajando con una escuela técnica en un proyecto de paisajismo. Esta escuela tiene una parte que es de turismo y como es un edificio nuevo estamos en la parte del paisajismo. Para eso estoy trabajando con los muchachos.

«Hemos trabajado en tres sitios distintos de reforestación que tienen una superficie aproximada de 4 hectáreas. La idea es aprovechar la sinergia de voluntarios, propietarios de tierra, la gente de aquí de la estación que colabora y de esa forma llevamos a cabo los proyectos.

«El más importante es el que estamos desarrollando alrededor de una laguna natural que está en el tope de una montaña. Ahí, con la comunidad y los propietarios, llegamos a un acuerdo… Y fue un día de voluntariado muy bueno donde participaron unas 65 personas. Sembramos un montón de árboles… Son medidas positivas que vamos haciendo y la gente se entera y eso hace que se incorporen otros propietarios que también están interesados en proyectos de reforestación en su sitio.

«A mediados de agosto, estuvimos en un lugar llamado Península de Osa»

«Es como el Amazonas de Costa Rica. Ahí hay una ONG que se llama Conservación Osa y hay conversaciones con ellos para un gran proyecto que sería comunicar ese parque nacional con otro que se llama Parque Internacional La Amistad (PILA) , que queda en la Columna Vertebral de Costa Rica y comparte con Panamá.

«He seguido trabajando con jardínes pero ahora más enfocado al tema forestal y a estos proyectos. Han sido unos meses muy buenos en ese sentido y me siento muy bien porque se ha logrado que la estación tenga más contacto con la gente. Siempre había sido un centro de investigación de gente que viene de universidades norteamericanas. Ahora la gente nos dona árboles y mano de obra para hacer mantenimiento del vivero…»

«Son cosas que se podrían hacer en Venezuela, por eso no pierdo la esperanza de regresar. Siento esto como un entrenamiento porque estoy aprendiendo cómo sumar. Lo que hicimos en la finca fue a través de donaciones, hablé con el dueño, le hice un proyectico, se lo mandé a una señora de la comunidad, ella lo rebotó y así conseguimos el dinero para llevar a cabo el proyecto. Eso se puede hacer en Venezuela perfectamente pero en un contexto diferente al actual. Porque aquí la propiedad privada se respeta y eso es importante para que lo que aquí hacemos sea posible».

Enrique Rondón Nieto

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Source: Informe21

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